top of page

A N T I H É R O E 

Si eres chico, seguramente sientas cómo tu ego va creciendo mientras intentas (tal vez de una forma un tanto forzada) adaptar tus rasgos a los de los personajes de a continuación. Intentarás encuentre una manera de justificar su sobrepeso. Tal vez lo consigas, felicidades por adelantado. Y si eres chica, este es tu artículo.

¿Que qué es lo que tienen que ver contigo el Dr. House, Hank Moody y Sherlock Holmes?

Pues que ver poco, lo mismo que ese capullo que pasa de ti. Es algo parecido.

 

Dicen que la realidad supera la ficción, pero es también el mismo capullo el que dice mucho y luego nada. No siempre tienen razón en todo, y para darnos la bofetada mientras permanecemos sentados ante una pantalla hinchándonos a helado/palomitas/kcalorías está el cine.

Y las series. Benditas series.

Amenizando las horas muertas de resaca. La mayoría de ellas son paja, algunas con muchísimo presupuesto pero con guiones mediocres y que parecen escritos a última hora por algún becario novato; de esas que lo tienen todo para ser algo pero que no son nada.

En concreto vamos a profundizar sobre un fenómeno que se ha ido repitiendo en la última década, el antihéroe.

Exacto, los que sepáis un poco de series empezaréis a ligar cabos con aquello del capullo que os comentaba.

 

La definición de antihéroe: una persona (generalmente en las series un tío) que es bueno en lo que hace (muy bueno), tiene éxito, suele ser guapo o atractivo (y sino un carisma importante) y hace lo que le da la real gana aunque esté mal hecho. Normalmente (bueno, siempre) le acaba saliendo bien, siendo el único de todo el reparto que tiene muy claro que el fin SIEMPRE justifica los medios. Luego está el compi del antihéroe. Más bajito (siempre), menos guapo, menos listo, menos borde y que está constantemente disculpándose de los prepotentes e insensibles arrebatos de su insoportable-pero-en-el-fondo-de-buen-corazón amigo. Una característica básica que comparten los antihéroes es el sutil ramalazo yonki. No hay uno que no sea adicto a algo. Ya sea al tabaco, a la vicodina o al sexo. Parece que eso es algo que los dota de más gracia, de hecho prácticamente se enfoca el vicio como algo bueno, cosa que rozaría la moralidad a la hora de analizar los personajes.

 

¿Por qué está tan de moda el antihéroe? ¿Es realmente el mejor héroe? Tal vez el séptimo arte se ha dado cuenta de que es difícil identificarse siempre con el bueno buenísimo, o simplemente antes eran buenos y ahora somos como ellos; prepotentes, rebeldes, inconformistas, antipáticos. Hay, sin embargo, un rasgo en cada uno de ellos que crea un vínculo de empatía inexplicable (o un enamoramiento platónico digno de quinceañeras). Para los que a estas alturas todavía no personifiquéis a lo que me refiero, pasemos a analizar algunos de estos especímenes.

 

El antihéroe por excelencia, tal vez el primero de nuestra década, el Dr. Gregory House. Ese narcisista irónico adicto a la Vicodina y que se permite el lujo de tratar a los pacientes de un modo que en la vida real le habría costado la cárcel (o casi, porque ya se sabe..). ¿Que por qué cae bien? Tal vez sea por ese encanto que tienen todos los de su especie, el misterio de que debajo de tanta adicción y tanta mala leche se esconde un alguien asustado o herido. O algo. De todas formas, se le coge cariño. Y siempre acaba descubriendo que el paciente tiene esa enfermedad rara sobre la que bromeaba en la facultad.

 

Hank Moody es otro ejemplo de antihéroe, un exitoso escritor que de pronto descubre que el éxito es fugaz e intenta recuperar su antigua vida. Muy bonito, si no fuera porque es un torpe y un adicto al adulterio como nunca habrás visto. ¿Y por qué cae bien? Será por esa empatía que sentimos hacia él en sus intentos fallidos temporada tras temporada para recuperar a su exmujer (muy cíclico y repetitivo durante siete temporadas, pero eso ya es otro tema).

 

Y el último que debería ser el ejemplo por excelencia, es el británico Sherlock Holmes. Se define como sociópata y me atrevería a decir que es la versión mejorada de House (no vale eso de que segundas partes no fueron buenas, nos lo demostraron El Padrino o Pocahontas II). Empatizamos con él por su mente brillante, su clase y su torpeza social. Su adicción a la Nicotina sólo le da más caché.

C A J A 

T O N T A 

bottom of page